Exito en la empresa: Cuestión de equipo

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Seguro que a muchos de ustedes, a lo largo de vuestra vida laboral, habréis encontrado a todo tipo de profesionales por las empresas por las que habéis pasado. Directivos con gran experiencia, otros más novicios pero con una gran pro actividad, otros con gran capacidad de trabajo, que durante el transcurso de su actividad como responsable del area que tenía asignada, han podido tener éxito ó sin embargo fracaso.

Esta temática es algo muy común en todo tipo de organizaciones, y suele pasar a todos los profesionales, que por suerte ó por desgracia, han tenido la suerte de contar con un gran equipo de trabajo, ó por el contrario uno mediocre. El ejemplo lo vemos en el deporte, no hay profesional, ni incluso en el mundo del golf, que no hayan cosechado éxito sin el apoyo de un gran equipo. Podemos encontrar ejemplos en la mayoría de entrenadores de equipos de distintas disciplinas, y vemos que si no cuentan con un conjunto de profesionales a su alrededor que luchen con unos objetivos y una meta en común, la organización no funciona.

¿Es tan difícil motivar a tu equipo de trabajo? ¿Es necesario contar con, no sólo con un profesional, sino un perfil profesional que haga «equipo» ?

No me atrevo, ni quiero atreverme a dar una master class de que tipo de organización es la idónea. Todo ello depende de muchos factores como la nacionalidad, la idiosincracia de la organización, la costumbre laboral, el entorno social. En fin, una serie de peculiaridades que pueden hacer determinar a una empresa si diseñar estructuras de mando verticales u horizontales. Las verticales la tenemos clara: Jefe ó responsable ejecuta, su equipo obedece y cumple las directrices, y la horizontal agrupa el consenso de las distintas opiniones de su equipo para plantear y determinar decisiones.

Ahora bien, hay un detalle que es común a todas las organizaciones con «éxito» en sus estructuras corporativas, que a veces muchas empresas no tienen en cuenta, pues se pierden en los parámetros de la formación y la experiencia de sus directivos. Estamos hablando de la capacidad de «liderazgo». Y no liderazgo en el sentido estricto de la palabra, ni mucho menos en el psicológico, pues ello nos llevaría a prolongar este artículo y plantear todas sus características. Hablamos de aquellos con don de formar «equipo». Cuantos directivos ó responsables nos  hemos encontrado con gran formación, excelente curriculum, y mediocres resultados en sus equipos de trabajo, ya que aunque destacan de notables aptitudes, carecen de actitud hacia sus equipos, y sobre todo carecen de «empatía».

Definimos empatía: llamada también inteligencia interpersonal en la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner, es la capacidad cognitiva de percibir en un contexto común lo que otro individuo puede sentir. También es un sentimiento de participación afectiva de una persona en la realidad que afecta a otra.

Una peculiaridad, que sin duda, es difícil de identificarla, y mucho menos en un resumen profesional plasmado en un papel, pero que, sin embargo, esta cualidad hará diferenciar al gerente que aprovecha al máximo las aptitudes de su equipo humano para la consecución sus objetivos empresariales, y a aquel que se limita a mandar.

La ecuación está clara, tan sólo es necesario que quien asigna estos puestos de responsabilidad sean consecuentes. Directivo con ausencia de empatía en sus equipos, igual, fracaso

Esta temática es algo muy común en todo tipo de organizaciones, y suele pasar a todos los profesionales, que por suerte ó por desgracia, han tenido la suerte de contar con un gran equipo de trabajo, ó por el contrario uno mediocre. El ejemplo lo vemos en el deporte, no hay profesional, ni incluso en el mundo del golf, que no hayan cosechado éxito sin el apoyo de un gran equipo. Podemos encontrar ejemplos en la mayoría de entrenadores de equipos de distintas disciplinas, y vemos que si no cuentan con un conjunto de profesionales a su alrededor que luchen con unos objetivos y una meta en común, la organización no funciona.

¿Es tan difícil motivar a tu equipo de trabajo? ¿Es necesario contar con, no sólo con un profesional, sino un perfil profesional que haga «equipo» ?

No me atrevo, ni quiero atreverme a dar una master class de que tipo de organización es la idónea. Todo ello depende de muchos factores como la nacionalidad, la idiosincracia de la organización, la costumbre laboral, el entorno social. En fin, una serie de peculiaridades que pueden hacer determinar a una empresa si diseñar estructuras de mando verticales u horizontales. Las verticales la tenemos clara: Jefe ó responsable ejecuta, su equipo obedece y cumple las directrices, y la horizontal agrupa el consenso de las distintas opiniones de su equipo para plantear y determinar decisiones.

Ahora bien, hay un detalle que es común a todas las organizaciones con «éxito» en sus estructuras corporativas, que a veces muchas empresas no tienen en cuenta, pues se pierden en los parámetros de la formación y la experiencia de sus directivos. Estamos hablando de la capacidad de «liderazgo». Y no liderazgo en el sentido estricto de la palabra, ni mucho menos en el psicológico, pues ello nos llevaría a prolongar este artículo y plantear todas sus características. Hablamos de aquellos con don de formar «equipo». Cuantos directivos ó responsables nos  hemos encontrado con gran formación, excelente curriculum, y mediocres resultados en sus equipos de trabajo, ya que aunque destacan de notables aptitudes, carecen de actitud hacia sus equipos, y sobre todo carecen de «empatía».

Definimos empatía: llamada también inteligencia interpersonal en la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner, es la capacidad cognitiva de percibir en un contexto común lo que otro individuo puede sentir. También es un sentimiento de participación afectiva de una persona en la realidad que afecta a otra.

Una peculiaridad, que sin duda, es difícil de identificarla, y mucho menos en un resumen profesional plasmado en un papel, pero que, sin embargo, esta cualidad hará diferenciar al gerente que aprovecha al máximo las aptitudes de su equipo humano para la consecución sus objetivos empresariales, y a aquel que se limita a mandar.

La ecuación está clara, tan sólo es necesario que quien asigna estos puestos de responsabilidad sean consecuentes. Directivo con ausencia de empatía en sus equipos, igual, fracaso